Isabel Guerra en el Museo del Prado, ante la estatua de Velázquez
Madre Isabel Guerra, monja de clausura y extraordinaria pintora hiperrealista, que desde su clausura en el Monasterio Cisterciense quiere pintar y amar a Dios.
Autorretrato de Isabel Guerra. 1967. Óleo sobre lienzo
Enséñame tus caminos. 1991
En paz duermo, tú estás conmigo. 1987
Sor
Isabel Guerra Peñamaría nació en Madrid en 1947. Pinta desde los 11 años y su formación ha sido autodidacta. Pasó largas horas de su adolescencia y su primera juventud contemplando los cuadros del Museo del Prado, donde se "enamoró" de Velázquez.
Con 23 años se hace monja cisterciense en el Monasterio de Santa Lucía de Zaragoza. Desde entonces, allí "ora" y "labora". A partir de 1960 ha realizado más de 20 exposiciones individuales y otras tantas colectivas. Todas ellas con un mismo denominador común: lleno seguro, venta total. Miembro de dos Reales Academias de Bellas Artes, ha recibido numerosos premios y condecoraciones.
Es uno de los grandes pintores españoles de la actualidad, y ha sido calificada como "la pintora de la luz"; "de la luz, de la mirada, de la paz, de la búsqueda interior..."
ABIERTA A TU MISTERIO
Ella nunca deja de pintar, de entregarse a esa maravilla que es el ir descubriendo la santidad de las cosas. En este caso a través del color y de la luz como protagonistas indiscutibles. Pero también escribe. Hace un año publicó en la editorial Styria “El libro de la paz interior”, un libro de lectura obligada para todos aquellos que quieren conocer un poco más de cerca la vida interior de esta gran pintora, Isabel Guerra.
La verdad es que sorprende esta mujer. Por su arte y por su personalidad. Una vida dedicada a la belleza por completo, sin miedos ni complejos. A una belleza que es destello del amor de Dios.
CONFIÓ EN TU PALABRA
¡A la aurora he de despertar!, 1991
Absorta en el misterio de la luz
"Entrego aquí nada más allá que hojas sueltas de mis ratos de oración. Este libro recoge mis pinturas y mis pensamientos, reflejados en forma de oración serena. La conjunción de ambos pretenden acercarnos a la Belleza y a la Luz.
La oración es el agradecimiento a ese amor que Él nos da»: son palabras del prólogo de El libro de la paz interior, de sor Isabel Guerra. Ella misma afirma: «Yo era una pintora profesional cuando entré en el convento. Lo hice pensando que debía abandonar la pintura, pero me dijeron que no, que mi trabajo aquí dentro sería pintar, que eso es positivo para el hombre de hoy.
De tu amor brotará en el mundo la belleza. 1989
Adoratrices 1962, a los 15 años
Se trata de una vida compatible; San Benito ya escribió sobre la función de los artistas de los monasterios. Nuestra vida aquí es una liturgia, de la mañana a la noche. Traemos un mensaje nuevo: la paz y serenidad de la vida monástica, en búsqueda del infinito, en fraternidad».
Plazuela de San Marcos (Venecia). 1975
Rambla de las flores. 1965
Tu palabra que ilumina
Elevación de la simplicidad
Los cuadros de sor Isabel Guerra se caracterizan por un sereno juego de claroscuros, una luminosidad atrapada en los pliegues de un vestido, en los cristales de una ventana, en las hojas de una planta o en los objetos más sencillos de la vida cotidiana.
Su finalidad, según sor Isabel, es «ofrecer un mensaje nuevo al hombre de hoy, tan torturado por tantas cosas, angustiado con tantas prisas, deseando lo que no tiene y despreciando lo que ya posee.
La luz que hay en mis cuadros es una posibilidad de expresión para el hombre de hoy, que vive en medio de tanta oscuridad». Sus pinturas no suelen abordar una temática específicamente religiosa, pero –según su autora– «son, de alguna manera, religiosos. En ellos está presente la Belleza, que es Dios, bondad y amor. Él es la Belleza. Él está ya salvando el mundo. En este caos hay una mano salvadora que es la suya».
En el fondo hay otra puerta. 1979
El estilo de sor Isabel Guerra, pegado a la realidad pero, al mismo tiempo, desvelando la luz y la belleza que hay en ella, descubre una mirada que no está encerrada en sí misma, ni tampoco en la mera expresión técnica de la obra artística. Si todo hombre es, por el mero hecho de serlo, religioso –en el sentido de estar empeñado en la búsqueda de una realidad mayor a la que ligarse–, entonces todo artista también lo es. La obra de sor Isabel Guerra es buena muestra de ello.
Nos seguimos viendo !!
Biografía tomada de .. arte-gutierrez.com